Pacto antitransfuguismo

Es gracioso esto de los pactos:

– Venga, vamos a hacer un pacto para no llamarnos chorizos cuando trinquemos algo.

– Vale, lo redacto y ya mismo lo firmamos.

Pasan los meses, los dos han chorizado lo que han podido, pero el que está en la oposición de pronto se da cuenta de que el gobierno le acaba de ganar por la mano en el pellizquito que se iba a llevar de Villabotijos de Arriba al arrebatarle la cartera a los de Villabotijos de Abajo. Y ya la tenemos liada:

– Es que esto no puede ser, es que así­ ya podrás. Ya no me ajunto contigo. Me voy a hartar de recalificaciones para mis amiguetes.
– Es que tu empezaste al quedarte con el chalet de la sierra. Asi que yo ahora me quedo con toda la costa y recalifico para mis amigos y parte de los tuyos a ver si me los arrimo.

Y así­ rompen el pacto. Se tiran un rato los trastos a la cabeza, se dedican los dos a trincar lo que pueden y a llamarse chorizos unos a otros. Hasta que tienen suficiente y se vuelven a reunir:

– Oye, que ya, que podí­amos refirmar el pacto aquel de hacer la vista gorda, que ya tengo bastante.

– Bueno, yo más o menos también. Esperamos un par de tirones más y firmamos.

Así­ es cómo va el tema de los pactos: los firman, pasan de ellos, los rompen, echan la culpa siempre al otro y finalmente llegan a otro acuerdo. Y mientras a hacer lo que les sale de las narices.

Que se los metan donde les quepan.

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