Navidad. Te sientas en un banco central del pasillo y solo tienes que observar: familias, padres con niños y/o niñas (las madres está¡n comprando), jóvenes, mayores, flacos, gordos, altos, bajos, con bolsas, sin bolsas… es un río continuo de gente pasando en uno y otro sentido, con un interminable sonido ambiente atronador incluso para alguien que requiere de audífonos para oír.
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Los Reyes Magos
Me ha llegado al e-mail y me ha parecido una ayuda estupenda para esa pregunta que sabemos que llegará y a la que normalmente no sabemos que responder:
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
– Papá
– Sí, hija, cuéntame.
– Oye, quiero… que me digas la verdad.
– Claro, hija. Siempre te la digo – respondió el padre un poco sorprendido –
– Es que… – titubeó Blanca –
– Dime, hija, dime.
– Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
– Las ninas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
– ¿Y tú qué crees, hija?