A vueltas con los trajes

Así­ es como seguimos en el caso de Camps. Ahora algunos dirigentes empiezan a pensar (o ya lo pensaban antes, pero no lo decí­an) que es posible que los trajes fueran un regalo, pero que no están claras las implicaciones penales de dichos regalos. Vale, lo admito. Es posible que por razón de su cargo muchos personajes reciben regalos a los que no se les puede calificar como delictivos y mucho menos con implicaciones penales, si bien es verdad que el tema de los trajes teniendo en cuenta que se los probaba y los enviaba de nuevo para que se los arreglaran queda un poco raro, pero en fin, podemos aceptar Windows como sistema operativo. Vale, no le metemos en la cárcel. Pero coño, HA MENTIDO. Lo mí­nimo que debe hacer un polí­tico que ha ocultado y a mentido de esa forma es dimitir de todos sus cargos e irse a casa. Eso es reconocer un error y enmendarlo de la mejor forma posible. Pero ellos no, ellos se siguen aferrando a su sillón. Así­ nos luce el peinado.

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