Buenos y malos

Leo en el diario gratuito 20 Minutos en su edición de Madrid, que «juzgan a una policí­a por matar a un fugitivo«. Profundizo en la noticia y resulta que la Audiencia Provincial a iniciado el juicio contra una agente de la Policí­a Nacional acusándola de homicidio imprudente por matar al copiloto de una furgoneta robada, interceptada por la policí­a de Coslada, que tras ser parada, emprendió la huida, primero por la calles de la localidad y posteriormente por la M-45, que parece ser que circulaba en dirección contraria y dando bandazos. La agente disparó su arma reglamentaria, una de las balas atravesó la puerta trasera dando al copiloto en la espalda y causándole la muerte. El fiscal pide una pena de dos años y seis meses de prisión para la policí­a.

Y me pregunto: ¿para qué cojones llevan armas las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado? ¿Para vacilar? O sea, que un pollo que junto a un pavo conducen una furgoneta robada, que se les da el alto y ellos se dan a la fuga, que conducen a toda leche por las calles de una ciudad, por dirección prohibida, dando bandazos a diestro y siniestro, le paras de un tiro porque es o ellos o el resto de gente que no tiene culpa de lo que pasa, y resulta que te juzgan por homicidio. ¡Ojo, que no ha disparado cualquier loco que pasaba por allí­ y, como en el antiguo oeste, ha sacado su revolver y se ha liado a tiros, no! ¡Coño que era la policí­a! ¡Qué habí­a que parar a esos hijos de puta antes de que se cargaran a alguien por el camino!

Pues no, eso no es así­. Ahora ya no sabe uno quienes son los buenos y quienes los malos, porque parece ser que la mala a sido la agente de policí­a por utilizar los medios que tení­a a su disposición. Eso sin contar con que es más que probable que sus disparos fueran dirigidos a las ruedas, pero a la velocidad que irí­an me imagino que la punterí­a no debe ser mucha. Pero igual que los policí­as saben que se juegan diariamente en sus ocupaciones, los chorizos también deberí­an saber lo que se juegan. Es como el torero, que cuando sale a la plaza ya sabe que le puede pillar el toro. Y si le pilla no vale decir «qué toro más hijo puta». El toro no estaba allí­ por su propia voluntad, estaba porque tení­a que estar y no puede dejar que lo toreen así­ como así­.

Los chorizos cuando hacen de las suyas ya saben a lo que se exponen, y la policí­a está ahí­ porque tiene que estar, porque tienen que velar por nuestra seguridad.

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