Los odio. No lo puedo remediar. Llevo todo el santo (viernes) día aguantandolos. Esos que se creen que el carril derecho es algo a evitar, que lo mejor es el izquierdo o, cuando menos, el central en las vías con tres carriles. Incluso gení©ricamente deben ser el izquierdo o el de su derecha como poco; porque si tenemos algún tramo con cuatro carriles hay que quedarse al menos en el tercero empezando a contar por la derecha.
Es algo que ya comentí©, pero es que hoy ha sido un día especialmente insoportable. Despuí©s de tener que desplazarme a Villa del Prado desde Alcalá de Henares he pasado por todos los supuestos anteriores. Autovía A-2, M-45, M-50, Autovía A-5 y vuelta.
Eso sin contar con los fitipaldis que se dedican a hacer slalom, fiu, fiu, entre los coche, rebasando a unos por la derecha y a otros por la izquierda o velocidades que no creí que se pudieran coger con un Seat Ibiza.
El señor Pere dicií©ndonos que en Semana Santa nos abonemos a las torrijas caseras y lo hagamos sin prisa y mientras unos primos chalados tienen prisa por comí©rselas. Coño, que se las coman ellos solos y nos dejen tranquilos a los demás.
El colmo ha sido a la vuelta. M-50. Por fín venimos varios vehículos por el carril derecho. El que rebasa lo hace por el carril central. Yo paso a una furgoneta. Vuelvo a mi derecha. A continuación paso a un A6. Vuelvo de nuevo a mi derecha. Cuando le dejo a unos quinientos o seiscineto metros detrás de mi observo por el retrovisor ¡que se pasa al carril central! ¡Si no tiene a nadie a quií©n pasar y yo ya me he alejado!
Es que no lo entiendo. Quí© problema tendría en seguir por el carril derecho, si iba tan feliz, sin meterse con nadie y nadie se metía con í©l.
Me rebelo. De verdad que no soporto las procesiones de Semana Santa todas por el carril izquierdo. Bueno, las del resto del año, tampoco.